Las regurgitaciones del bebé es un proceso completamente normal y que puede alargarse hasta el primer año de vida. Se trata de la devolución involuntaria de pequeñas cantidades de leche, sin aviso y sin incomodidad.
Las principales diferencias con el vómito es que éste es un proceso activo, precedido de náuseas y que expulsa el alimento en una sola tanda. Si bien es cierto que las regurgitaciones son frecuentes, hay modos de evitarlas.
Principalmente, las regurgitaciones aparecen porque el mecanismo valvular que cierra la entrada del estómago, aún no está formado. Ni la musculatura del esófago, ni el ángulo del estómago o el diafragma pueden actuar para no dejar que suba el alimento hasta la boca.
Además, el hecho de tomar la comida en una posición horizontal y no sentados, hace que la fuerza de la gravedad entre en juego y la comida esté a expensas del mecanismo de cierre. El hecho de que la alimentación sea líquida también facilita esta expulsión, ya que refluye de manera más sencilla.
En este caso, los pediatras avisan de que la leche materna se digiere mejor y más rápidamente, siendo menos proclive a provocar la regurgitación.
Independientemente de que las regurgitaciones sean normales y se vean afectadas por los motivos anteriormente mencionados, con una serie de acciones se pueden llegar a controlar.
Consejos
- Hay que evitar que el bebé trague mucho aire durante la toma. Lo mejor es alimentarle sin prisas y ayudarle a expulsarlo, en posición vertical.
- No se debe aumentar de manera excesiva el volumen de los biberones para alargar el tiempo entre toma y toma.
- Comenzar a alimentar al bebé con pequeñas gotas sin dejar que la toma sea en un corto espacio de tiempo, facilitará la asimilación de la leche.
- Intentar darle la toma en la posición más vertical posible para evitar la regurgitación inmediata.
- Tener cuidado a la hora de manipularlos después de comer.
Si vemos cambios de peso o estados anormales en el bebé, debemos ir al médico para asegurarnos que el proceso de crecimiento está dentro de los estándares establecidos.
En algunos bebés, la regurgitación continuada puede causar problemas como la enfermedad por reflujo, lo que puede provocar insuficiente aumento de peso, llanto cada vez que sucede porque el ácido del estómago irrita el esófago, anemia derivada de la irritación del esófago y afecciones respiratorias como el asma o la bronquitis, al aspirar pequeñas cantidades de leche.
Para poder tratar esta enfermedad, deberás cambiar la postura del bebé a la hora de acostarles. Actualmente se ha demostrado que es mejor acostarles sobre el lado izquierdo o combinar esta postura elevando la cabecera de la cuna. La alimentación se debe moderar en cantidad en cada toma y repetir la toma las veces que sean necesarias, además, se tiene que utilizar leches especiales que evitan la regurgitación, gracias a los compuestos con los que están elaboradas.
Si el pediatra lo ve necesario, suministrará un fármaco que estimula el vaciado del estómago y bloquea la secreción de ácidos, protegiendo así el esófago.
En casos muy puntuales, se puede llegar a cirugía para lograr un mecanismo eficiente que sea capaz de controlar el reflujo.
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